El viernes 4 de marzo de 2016 se presentó en la Parroquia de María Milagrosa de Valladolid el libro "La dignidad de la persona y el bien común". Además de su editor, D. Francisco Porcar, militante de la HOAC de Castellón, presentó la obra D. Antonio Garrosa, presidente de Justicia y Paz de Valladolid. Reproducimos a continuación parte de su intervención:
Pese a la
secularización creciente de nuestra sociedad y el retroceso en ella de la
influencia cristiana, que se acusa de modo especial en el mundo obrero, nunca
ha faltado el testimonio de muchos trabajadores beneméritos auténticamente
comprometidos con su fe, ni la valiente defensa de sus derechos sociales por
parte de la Iglesia católica frente a la avaricia desenfrenada del dinero,
frente al descarnado ultraliberalismo económico que hoy padecemos en Occidente
y frente a las ideas de quienes anteponen los pretendidos derechos del capital
a los derechos sagrados inherentes a la dignidad de los trabajadores, a la
dignidad personal de cada uno de los hombres y mujeres que se afanan en el
mundo del trabajo para sacar adelante a sus familias, al tiempo que dan un
sentido social a su vida.
La presentación de este libro se hace en el marco del Año Jubilar de la Misericordia, que se celebra
en toda la Iglesia universal por iniciativa del Papa Francisco, y precisamente
en la parroquia de La Milagrosa (uno de los templos jubilares de nuestra
Diócesis), donde se encuentra la llamada “Puerta de la Caridad”. No hay duda de
que este espacio sagrado tiene una relación directa con el propósito y el
contenido del libro que hoy presentamos, La dignidad de la persona y el bien
común, cuyas páginas nos ofrecen con claridad y ordenando de forma práctica los
distintos aspectos, lo que el mensaje evangélico implica en cuanto a la
dignidad suprema del ser humano y el respeto a esta misma dignidad. Y todo ello
tratado a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia (DSI), que es un “faro
para el ejercicio de la caridad”, como se dice expresamente en la convocatoria
de este acto.
El libro
ha sido editado oportunamente por la Hermandad Obrera de Acción Católica, la
benemérita HOAC, acaso el movimiento específico más comprometido y valiente
entre todos los surgidos en España del árbol general de la Acción Católica.
Me permito resumir para ustedes su contenido siguiendo las notas que
aparecen en la presentación. El volumen se estructura en tres partes de
extensión desigual:
La
primera parte (capítulos 1 al 4) está dedicada a la lucha contra la pobreza,
considerada como uno de los grandes problemas –acaso el más importante– de
nuestra sociedad. No se está hablando aquí de esa pobreza digna en la que viven
millones de personas en el mundo. Se trata más bien de la lucha contra aquella
pobreza extrema e inhumana, la que denigra a quienes la sufren y denigra aún
más a quienes la fomentan con su codicia y a quienes la hacen posible con sus
decisiones o con su pasividad. Para combatir con eficacia estas formas de
pobreza se hace imprescindible la búsqueda del bien común, como principal
objetivo político. Y en la acción política orientada al objetivo de ese bien
común aparecen cuatro dimensiones de las que se ocupan los capítulos antes
señalados:
- La
realización del ser humano, y la consiguiente consideración de la política como
un instrumento para hacer efectivo el derecho a la dignidad de la persona con
todas sus consecuencias.
- La
solidaridad con los empobrecidos: en virtud de este principio, la lucha contra
la pobreza ha de constituirse en el centro de la acción política.
- La
consecución del bien común como fundamento y objetivo supremo de la comunidad y
de la acción política.
- Los
caminos, métodos y procedimientos apropiados para alcanzar este bien común: los
principios esenciales de Solidaridad y Subsidiaridad.
La
segunda parte (capítulos 5 al 9), se ocupa de la comunidad política y la acción
política, señalando aquellas características básicas e irrenunciables que deben
informar la acción de toda comunidad que busca, de verdad, el bien común. He
aquí las fundamentales:
- Dentro
de la comunidad política, debe establecerse una relación precisa –y adecuada
para los objetivos buscados– entre la sociedad con sus instituciones sociales y
el Estado.
- La
democracia entendida –y vivida– como un sistema y un proyecto político de
convivencia en común.
- Importancia
–y necesidad– de la participación de todos los ciudadanos en (y para) la vida
política.
- Los
valores en los que se funda una vida social auténticamente orientada al bien
común: la verdad, la justicia, la libertad y la caridad política (el amor).
- Las
relaciones que deben establecerse entre la Iglesia y la comunidad política en
una sociedad laica (que no laicista). Se trata aquí de precisar lo que el
sociólogo Rafael Díaz Salazar sintetiza en el título de uno de sus libros
recientes: Democracia laica y religión pública, Madrid, Taurus, 2007.
La
tercera parte del libro, con una mayor amplitud (capítulos 10 al 16), trata de
la economía del bien común, y expone los principios a los que debe atenerse una
economía dirigida al (o puesta al servicio del) bien común. Se parte para ello
de una realidad no discutida por nadie: que la economía nunca se desarrolla al
margen de la acción política, sino que es una dimensión esencial para ésta y
para la vida de la sociedad. En los sucesivos capítulos se estudian y analizan
cada una de las realidades siguientes:
- La
economía entendida como instrumento de comunicación social.
- El
derecho a la propiedad, entendido siempre dentro del marco –irrenunciable para
el cristianismo auténtico– del destino universal de los bienes, cualesquiera
que sea la naturaleza de éstos (el dinero, los bienes materiales, o aquellos
otros de carácter cultural e intelectual).
- El
trabajo humano debe ser siempre un bien de la persona y de la sociedad, para
servir a la vida, y a una vida digna.
- La(s)
empresa(s) entendida(s) como comunidad de personas que trabajan y colaboran,
cada una en su espacio, al servicio general de la sociedad.
- El
cuidado de la creación y la responsabilidad humana para con la naturaleza y el
medio ambiente (que han de ser respetados para las generaciones venideras),
según las enseñanzas del papa Francisco en su Encíclica Laudato si’.
- La
comunidad internacional y el derecho al desarrollo humano integral de las
personas y de los pueblos, según las enseñanzas de Pablo VI en su memorable
encíclica de contenido social, la Populorum progressio de 1967.
- Necesidad
de una adecuada atención al fenómeno de las migraciones (que se encuentra ahora
en el punto culminante de actualidad, gravedad y urgencia), y a los derechos
fundamentales de los emigrantes, que siempre han de ser respetados.
La
metodología seguida en cuanto al desarrollo y tratamiento del texto de trabajo
que hoy nos ocupa mantiene un esquema que se repite en todos los capítulos del
libro; en síntesis, viene a ser la siguiente:
- Exposición
inicial con los fundamentos teóricos del tema general tratado, que se acompaña
de unas notas a pie de página muy bien documentadas.
- Reproducción
literal de aquellos textos de la DSI (Constitución pastoral Gaudium et spes,
encíclicas y otros documentos papales o de nuestra Conferencia Episcopal), que
enuncian, apoyan y confirman las posiciones y tesis mantenidas en el
capítulo.
- Unas
preguntas y cuestiones sobre los asuntos tratados en el capítulo (con los
textos alusivos de la DSI), que se sugieren para la reflexión personal (en
torno a la responsabilidad particular de cada uno), o para la reflexión en
grupo (que servirá para orientar nuestra acción en defensa de la dignidad
humana y del bien común).
- Una
última sugerencia especial, en este mismo sentido, para aquellos cristianos que
se sienten comprometidos con el mensaje
y los valores del Evangelio.
En
resumen, estoy convencido de que este libro ha de ser un
instrumento de gran utilidad para iluminar el compromiso y la acción apostólica
de los cristianos que trabajan y se mueven en cualquiera de los distintos
ámbitos de la vida pública. La amplia exposición inicial de cada capítulo
ilustra muy bien las cuestiones planteadas, en tanto que los textos
correspondientes de la DSI facilitan la argumentación en su defensa y sirven
para afianzar nuestras propias convicciones personales. Y termino con mi
agradecimiento personal –y seguro que también el de los presentes– a Paco
Porcar por su esfuerzo y dedicación para preparar este volumen, y la
enhorabuena a la HOAC por editarlo.
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