CUADERNO 4 DE ROVIROSA
De nuevo dejamos íntegramente la palabra a Rovirosa. Nos hemos limitado a espigar entre sus escritos y ordenar algunas de sus afirmaciones en torno al apostolado obrero que, lógicamente, ha de empezarpor la cercanía, el respeto y el diálogo con las personas, el reconocimiento de su dignidad y la valoración de su cultura, para, desde la vida, aportar la novedad de Jesús y su proyecto.
Conviene recordar el momento histórico en que Guillermo escribe: entre 1946 y 1963, en una situación como la española en la que las secuelas de la guerra civil todavía están vivas y la relación entre Iglesia y mundo obrero es de distanciamiento, cuando no de hostilidad, por una parte, o de paternalismo trasnochado, por otra. En todo caso, de desconocimiento y de desafecto.
Guillermo Rovirosa a su experiencia como trabajador ha unido, tras un largo proceso de búsqueda, su experiencia de encuentro con Cristo. Sabe personalmente el tesoro que es la fe cristiana. Distingue muy bien lo que son los «alrededores» de la fe de lo que es el núcleo central: el Amor de Dios manifestado en Cristo, que transforma a quien lo acoge y le invita a responderle de modo semejante.
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