Reflexión
de la Hermandad Obrera de Acción Católica de Valladolid en la Festividad de la
Sagrada Familia (27 de diciembre de 2015)
Más
allá de una visión idílica o falsa de la Sagrada Familia, los evangelios nos
presentan una familia que sabe bien de las dificultades por las que puede pasar
cualquier otra: las dudas de José antes de esposarse (Mt. 1, 19), las carencias
materiales (Lc.2, 7), la migración (Lc. 2, 4), los problemas con un Jesús
adolescente (Lc. 2, 48). Podemos imaginarnos que la vida de la familia de
Nazareth no fue fácil, como para cualquier otra familia trabajadora, en un
contexto político, social y religioso complejo como era aquel en el que nació y
vivió Jesús.
Acerquémonos
hoy a la Sagrada Familia orientando nuestra mirada a las familias refugiadas y
migrantes que tienen que dejar sus hogares e iniciar un periplo buscando una
vida mejor para todos sus miembros o, simplemente, conservarla. En ellas vemos
reflejada la imagen de la familia de Nazareth, que también pasó por la
experiencia de escapar a Egipto huyendo de la persecución de Herodes.
“El ángel del Señor se apareció en
sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto;
quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para
matarlo». José se levantó, tomó al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto
y se quedó hasta la muerte de Herodes (Mt 2, 13 – 15a)
Hoy
Herodes tiene rostros muy diversos y se encuentra en distintos puntos del
planeta: Siria, Irak, Palestina, África Central, el Magreb, Birmania, …. Los
medios de comunicación ponen ante nosotros el rostro concreto de familias
migrantes y refugiadas. No podemos ya permanecer indiferentes. El Papa
Francisco nos lo recuerda en su Mensaje para la Jornada Mundial del Migrante y
Refugiado 2016:
«La revelación bíblica anima a la
acogida del extranjero, motivándola con la certeza de que haciendo eso se abren
las puertas a Dios, y en el rostro del otro se manifiestan los rasgos de
Jesucristo. »
Es
verdad que la acogida a estas familias genera dudas y dificultades. Hay voces
que invitan a cerrarse a aquellos que llaman a las puertas de nuestras
fronteras, algunas de ellas incluso proceden de cristianos.
Los
seguidores de Jesucristo, en estas situaciones, no sólo descubrimos en esas
familias sufrientes a la familia de Nazareth sino que dirigimos nuestra mirada
hacia ella para descubrir cómo situarnos.
Las
familias cristianas, a imagen de la Sagrada Familia, estamos llamadas a poner
nuestra confianza en Dios. Fiándonos del Padre, llevados por el Espíritu,
acojamos a Jesús que llega en las familias y personas migrantes y refugiados.
Pidamos
al Señor que en esta celebración de la Sagrada Familia crezcamos en disposición
de acogida y actitud solidaria para avanzar hacia el proyecto de Dios: todos
sus hijos reunidos en una sola familia, la familia humana.
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