sábado, 28 de julio de 2012

Comunicado final de los cursos de verano de la HOAC

  
Durante los días 16 al 25 de julio se han celebrado en Ávila, en la Universidad de la Mística, los Cursos de Verano de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), un espacio de oración, diálogo, profundización y convivencia que hemos compartido alrededor de trescientos militantes y simpatizantes, así como consiliarios de esta organización eclesial. El contenido ha girado en torno a «Derechos sociales, un deber de justicia», contextualizado en la grave y persistente situación que padece hoy el mundo obrero y del trabajo, especialmente, sus sectores más débiles y empobrecidos.
 
 
Los cursos han constado de dos jornadas: Jornadas de Consiliarios y Jornadas abiertas (dirigidas a militantes y simpatizantes). Las Jornadas de Consiliarios, en un primer momento, han ayudado a los consiliarios a orar y reflexionar desde la Palabra de Dios sobre cómo hacer realidad hoy la opción de Dios por la justicia, y, en un segundo momento, han profundizado sobre «Cómo ser consiliario hoy desde nuestra realidad pastoral en la diócesis y en la HOAC». Estas Jornadas han estado animadas por el consiliario general de la HOAC, y por tres consiliarios de las diócesis de Sevilla, Madrid y Burgos.
  
Posteriormente, las Jornadas Abiertas han sido, en primer lugar, un espacio de oración y discernimiento sobre el compromiso evangelizador de los militantes en la precariedad del mundo obrero y del trabajo. Una meditación ayudada por las experiencias de vida y acción de militantes de la HOAC y por la reflexión: “Derechos y Justicia en Guillermo Rovirosa” ofrecida por un militante de la diócesis de Sevilla.
 
En segundo lugar, estas Jornadas han sido un tiempo de reflexión para la acción. Con la ayuda de Francisco Lorenzo, coordinador de Estudios de Desarrollo Social e Institucional de Cáritas Española, hemos analizado con su reflexión, “La situación de injusticia ante el retroceso de derechos sociales”, cómo incluso en los años de crecimiento económico la pobreza se mantenía, la riqueza no se distribuía y había una merma en derechos. Esta situación se ha agravado en estos cuatro últimos años de crisis, donde la pobreza se ha hecho más extensa, intensa y crónica y donde se han debilitado los derechos sociales básicos. Las políticas de recortes emprendidas están provocando que los mecanismos de protección social se estén reduciendo y debilitando, generando así más precariedad y exclusión. Los riesgos de ruptura de la cohesión social son cada vez mayores. Hemos compartido cómo en este contexto es fundamental mantener la defensa y extensión de los derechos sociales de las personas, incluidos los derechos laborales, ya que lo que está en juego es el modelo de sociedad y la vida en ella de las personas, especialmente de las más empobrecidas y vulnerables.
  
Posteriormente, con la ayuda de José Ignacio Calleja, profesor de Teología Moral Social de la Universidad de Vitoria, a través de su reflexión: «La Iglesia, promotora de justicia y defensa del mundo obrero sin derechos», hemos querido preguntarnos por la aportación que la Iglesia debemos hacer ante esta realidad de sufrimiento para tantas personas trabajadoras y para sus familias. Creemos que es importante que como Iglesia ayudemos, desde el diálogo y el compromiso, a plantear nuestra vida personal y social desde tres principios fundamentales de humanidad que nos aporta el Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia: 1) La prioridad de la persona, ella es “el primer capital que se ha de salvaguardar y valorar…” (Caritas in veritate, 25); 2) lo que supone reconocer la absoluta prioridad de las necesidades y derechos de los empobrecidos, reconocimiento que sólo se puede concretar en la promoción de la justicia y; 3) esos dos principios significan orientar las decisiones y la política dando preferencia a las necesidades de los pobres sobre los deseos de los ricos; los derechos de los trabajadores, sobre el incremento de los beneficios. (Juan Pablo II) Hemos compartido que sólo así una sociedad avanza en humanidad. Y para ello, nuestra sociedad, hoy día, necesita cambios importantes a la hora de orientar la vida económica, política y social. Y, de manera especial, supone cambios a la hora de concebir el trabajo humano, no como mercancía sino como principio de vida. Sólo así, se podrán reconocer los derechos sociales de las personas y de las familias. Derechos que forman parte de los Derechos Humanos y que pertenecen en justicia a toda persona por el simple hecho de serlo.
 
Finalmente, con la reflexión «La defensa de los derechos en la vida social, política, laboral… en nuestro compromiso» ofrecida por Loles Gambín, militante de la HOAC de Orihuela-Alicante, hemos querido repensar la vida y misión de la HOAC y sus militantes en el corazón del mundo obrero y del trabajo. La Iglesia y cada uno de los cristianos estamos llamados a participar activamente en esa tarea. Nuestras comunidades, movimientos, parroquias…, tienen una especial responsabilidad en la defensa, extensión y promoción de los derechos sociales como un aspecto fundamental de los derechos de las personas vinculados a su dignidad de hijas de Dios.
 
Pedimos a Nuestro Señor, el Cristo Obrero, que nos dé la fuerza y la espiritualidad necesaria para combatir el empobrecimiento y la deshumanización que vive el mundo obrero y del trabajo. Una realidad a la que está contribuyendo la pérdida de derechos sociales de las personas. Le pedimos también vivir este tiempo sin perder la alegría como una oportunidad de luz y cambio, como un tiempo de conversión personal y comunitaria a la fraternidad y a la justicia e invitar a los demás a vivirlo también de esa manera, como un tiempo de gracia. Solo desde una vida y un compromiso evangelizador lleno de esperanza como respuesta agradecida al amor de Dios seremos capaces de, junto a otros, caminar en nuestro servicio al mundo obrero.


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